viernes, 18 de febrero de 2011

EL CONOCIMIENTO TOLTECA.

Hace miles de años habitaron en todo el sur de México grupos de hombres y mujeres que que formaron la nación de Los Toltecas. Los Toltecas fueron definidos por los antropólogos como hombres y mujeres con un amplio conocimiento en lo artístico,lo científico y espiritual, éste último aspecto muy cultivado en función de conservar los aspectos prácticos de la espiritualidad de sus generaciones pasadas.Formaron las denominadas comunidades de los "Naguales" y estudiantes en en Teotihuacán, la llamada ciudad de las pirámides en las afueras de la actual Ciudad de México, conocida como el lugar en el que "El hombre se convierte en Dios"

Por milenios, los naguales se vieron forzados a esconder su sabiduría ancestral y a mantener su existencia en secreto. La Conquista Europea, unida a al agresivo mal uso del poder personal por parte de algunos aprendices, hizo necesario proteger el conocimiento de aquellos que no estaban preparados para utilizarlo sabiamente, siendo desvirtuado su uso hacia el beneficio personal. Es así como el conocimiento nagual es transmitido luego de generación en generación por distintos linajes de naguales. Aunque permaneció oculto por en el más profundo secreto durante cientos de años, las antiguas profecías vaticinaron la llegada del momento en el cual sería necesario devolver tal conocimiento hacia la gente.

El conocimiento tolteca surge de la misma unidad esencial de las cuales parten todas las tradiciones esotéricas sagradas del mundo. No siendo ésta ninguna religión, respeta a todos los maestros espirituales que han enseñado en la tierra, si bien abarca el espíritu, resulta más preciso describirlo como una manera de vivir que se distingue por su fácil acceso a la felicidad y el amor.


EL ESPEJO HUMEANTE

Hace más de tres mil años, un ser humano como usted y como yo, vivía en una gran  ciudad rodeada de montañas. Éste elemento ser humano estudiaba para convertirse en chamán, aprender y entender el conocimiento heredado de sus ancestros, pero no estaba totalmente de acuerdo con lo que aprendía. Sentía en lo profundo de su corazón que debería haber algo más.

Así fue como un día, mientras dormía en una cueva, soñó que veía su propio cuerpo durmiendo. Salió de la cueva bajo la luna llena, el  cielo despejado,poblado de estrellas; entonces sucedió algo en su interior que trasformó su vida para siempre. Vio al momento sus manos, sintió su cuerpo y oyó su propia voz que le decía: << Estoy hecho de luz;estoy hecho de estrellas>>.

Miró al cielo de nuevo y se dio cuenta que no eran las estrellas las que crean la luz, sino que es la luz que crea las estrellas. << Todo lo que existe está hecho de luz - Pensó- todo el espacio del medio no está vacío>>, así supo que todo lo que existe es un ser viviente, que la luz es mensajera de la vida, porque está viva y posee toda la información.


Entonces se dio cuenta que, aunque estaba hecho de los mismos elementos de las estrellas, él no era una de esas estrellas. << Estoy en medio de las  estrellas>>, pensó. Fue así como llamó a las estrellas "tonal" y a la luz que había entre ellas el "nagual", así supo que lo que creaba la armonía y el espacio entre ambos era La Vida o "El Intento". Sin Vida, el tonal y el nagual no existirían. La Vida es la fuerza de lo absoluto, lo supremo, la Creadora de todas las cosas vivientes.


Descubrió así que todo lo que existe es una manifestación del ser viviente al que llamamos Dios. Todas las cosas son Dios. Y llegó a la conclusión de que la percepción humana es solo luz que percibe la luz. Se dio cuenta además que que la materia es un espejo - todo es un espejo que refleja la luz y crea imágenes de esa luz -, y el mundo es tan sólo una ilusión, el "sueño" , es tan sólo como un humo que nos impide ver lo que realmente somos. << Lo que realmente somos es puro amor, pura luz >>, dijo.


Este descubrimiento cambió su vida. Una vez supo lo que en verdad era, miró a  su alrededor y vio a otros seres humanos y al resto de la naturaleza, le asombró lo que vio. Se vio a sí mismo en todas las cosas: en cada ser humano, en cada animal en cada árbol,en el agua, en la lluvia, en las nubes, en la tierra...Y vio que la vida mezclaba el "tonal" y el "nagual" de distintas maneras para crear millones de manifestaciones de vida.


En esos instantes lo comprendió todo. Se sentía entusiasmado y su corazón rebosaba de paz. Estaba impaciente por revelar a su gente lo que había descubierto. Pero no había palabras para explicarlo. Intentó describirlo a los demás, pero no lo entendías. Vieron que había cambiado, que algo muy bello irradiaba de sus ojos y de su voz. Comprobaron que ya no emitía juicios sobre nada ni nadie. Ya no se parecía a nadie.


Él lo comprendía muy bien  a todos, pero a él nadie lo comprendía. Creyeron que era una encarnación de Dios; al oírlo, él sonrió  y dijo: << Es cierto, soy Dios. pero vosotros también lo sois. Todos somos iguales. Somos imágenes de la luz. Somos Dios>>. Pero la gente sin entenderlo.


Había descubierto que era un espejo para los demás, un espejo en el que podía verse a sí mismo. <<Cada uno es un espejo>>, dijo. Se veía en todos, pero nadie se veía a sí mismo en él.
Y así comprendió que todos soñaban pero sin tener conciencia de ello, sin saber lo que realmente eran. No podían verse ellos mismos en él porque había un muro de niebla entre los espejos. Ese muro de niebla estaba construido por la interpretación de las imágenes de la luz: el Sueño de Los Seres Humanos.


Supo entonces que pronto olvidaría todo lo que había aprendido. Quería acordarse de todas las visiones que había tenido, así se decidió a llamarse a sí mismo Espejo Humeante para recordar siempre que la materia es un espejo y que el humo que hay en medio es lo que nos impide saber qué somos. Y dijo: <<Soy Espejo Humeante porque me veo en todos vosotros, pero no nos reconocemos mutuamente por el humo que hay entre nosotros. Ese humo es "El Sueño" , y el espejo eres tú, "El Soñador" .
                                                       Dr. Miguel Ruiz
                                             Compilado por: Héctor E. Nieves P.

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